divendres, 15 de novembre del 2013

LOS ELEFANTES SE COMEN A CACHITOS:

Alberto era un hombre de complexión delgada, de andares peculiares, pelo moreno, ojos marrones y que con gran firmeza y entereza había mantenido a 6 hijos junto a su esposa Carla, una mujer de chispeantes ojos marrones, no demasiado alta pero muy atenta en el cuidado de su familia. El primer hijo que tuvo nació por cesárea, y fue un varón de piel muy blanca, pelo rubio y ojos negros llamado Alberto, como él. El segundo, también nacido por cesárea, fue otro varón de piel morena, pelo negro y ojos castaños llamado Álvaro. El tercero nació de forma natural, también varón, de piel morena, pelo rubio y ojos marrones llamado Angel. El cuarto hijo también nació de forma natural y fué una niña, de piel blanca, pelo rubio y ondulado y unos grandes ojos verdes que con sólo mirarlos te hipnotizaban, llamada, igual que su madre, Carla. El quinto, nacido por cesárea, fue otro varón, de piel blanca, pelo rubio y ojos azules llamado Adolfo y el más pequeño de los 6 fue otro varón, nacido por cesárea a los 7 meses de gestación, de piel blanca, pelo castaño y ojos marrón verdoso llamado Camilo. Todos ellos fueron creciendo y hicieron sus caminos. Alberto, el mayor, se fue a vivir a Madrid para ejercer la especialidad de couching. Álvaro, tuvo un accidente de moto de joven y, después de muchas intervenciones, se vió incapaz de trabajar pero con muchas ganas de vivir y hacer deporte. Angel, se inclinó por la medicina psiquiátrica, para poder curar a su madre de las depresiones constantes que padecía. Carla estudió derecho y ejerce de directora, con gran esfuerzo y corazón, en una prestigiosa residencia familiar presidida por sus padres. Y, los dos más pequeños, Adolfo y Camilo ejercen de contable y jefe de mantenimiento de la citada residencia. A pesar de pasar los años, Alberto siempre ha estado ayudando a cada uno de sus hijos, con su buen talante, su poesía, su saber comportarse, su esfuerzo para conseguir las cosas... Aún recuerdo el día que Camilo llegó cansado de trabajar en la tienda de motos y le dijo -papá, no puedo más, por muchos albaranes que haga nunca los termino todos, no sé cómo hacerlo. Él se lo miró muy sonriente y le dijo - hijo, los elefantes se comen a cachitos. Cuando tengas que hacer papeles, en vez de ponerlos todos encima de la mesa, cógete unos pocos y hazlos, cuando termines con estos vuelve a coger otros pocos y realiza la misma operación, ya verás como poco a poco los irás haciendo y sin darte cuenta los acabarás todos. A la mañana siguiente Camilo terminó toda la faena casi sin darse ni cuenta, tal y como le había dicho su padre. Ese padre que enseñó a todos sus hijos que en vez de mirar las cosas a lo grande que primero buscasen un objetivo a corto plazo, que sobre el objetivo pusiesen el esfuerzo necesario para conseguirlo y que cuando tuvieran el primero conseguido fueran a por el segundo y así de cachito en cachito se hacen las cosas más fácilmente y con menos sufrimiento. Les enseñó a vivir la vida.